UN POCO DE MI

ACADÉMICO EN LA UNAM: FCPYS, ENTS Y CCH SUR, ESCRITOR EN MAS DE 20 ANTOLOGIAS LITERARIAS, LICENCIADO EN SOCIOLOGÍA, MAESTRO EN DERECHOS HUMANOS, ACTIVISTA Y ANALISTA.

jueves, 19 de mayo de 2016

Somos el Medio Articulo de Opinión.

¿Por qué luchar? 

 http://www.somoselmedio.org/2012/03/31/por-que-luchar

Marzo 31st, 2012  | 

Por Roberto Josué Bermúdez Olivos

El desánimo, el individualismo, la indiferencia y el miedo nos lleva a preguntarnos: ¿Por qué luchar?  ¿Por qué buscar cambiar las cosas? Al fin y al cabo no podemos cambiar nada. Entonces, ¿para qué actuamos? Esto es algo completamente falso y hay claros ejemplos históricos que lo demuestran. Todo es cambiante, nada es eterno.
La sociedad siempre está en constante cambio, nos enseñan en la escuela. Pero estos cambios no se desarrollan solos, los hacen los pueblos, los individuos comprometidos. Los derechos de los afroamericanos estadunidenses no hubieran avanzado y no se entenderían si no fuera por la lucha del movimiento de Martin Luther King, Malcom X y los Panteras Negras. En algún momento los linchamientos, la segregación, la puerta cerrada a considerarlos ciudadanos era la regla. Hoy, las cosas son diferentes. Queda mucho por avanzar; es cierto, hay pobreza y violencia que se manifiesta en Estados Unidos y en buena parte es hacia este sector, por lo que hay que seguir luchando y continuar el cambio.
¿Se entendería la India descolonizada sin la lucha de Gandhi? ¿O el fin del apartheid sin la lucha de Mandela y sus respectivos pueblos?  Hay problemas que resolver todavía en la India y en Sudáfrica, por lo que a nuevas generaciones les toca seguir sus ejemplos y corresponder a los que se sacrificaron para que tuvieran una realidad mejor.  Ambos murieron por sus causas, mas hay gente que, aun muerta, está más viva que muchos que respiran y no viven.
En los tiempos recientes, por ejemplo en Egipto, seguirían con un dictador si no fuera por la valiente movilización de la gente que salió a las calles. En Bolivia no hubiera una nueva constitución que defiende los derechos de los indígenas, ni habría un presidente indígena, si no fuera por los movimientos que empujaron esto y que siguen empujando los cambios pendientes en ambos casos. Si no fuera por El Caracazo, por la movilización de los Sin Tierra, de Los Forajidos en Ecuador, del “que se vayan todos en Argentina”, no hablaríamos de la oleada de gobiernos progresistas en América Latina, ni de las nuevas constituciones sociales de Ecuador y Venezuela.
En México no existiría la incipiente libertad de expresión ni de manifestación si no fuera por el Movimiento del 68; no se hablaría de la autonomía indígena y sus derechos, como se habla hoy, si no fuera por el Movimiento Zapatista que nació en el 94. La UNAM seguramente sería privada si no fuera por las movilizaciones del 86 y del 99. El pueblo de Atenco no tendría tierras, y les hubieran impuesto un aeropuerto, si no fuera por la organización y la movilización de su pueblo.
Podemos ver pasar la historia como un río o ignorarla y así acabar nuestros días: sólo viéndola pasar. O montarnos en ella, hacer historia, como los que crean y empujan los cambios. Podemos hacer los cambios para nosotros o podemos hacerlos para los demás. Este sistema crea seres individualizados, competitivos, consumistas y conformistas; ser así es lo común, lo “normal”, los que destacan son los que van a contracorriente, los que ven por los otros, los que crean, lo que desafían el status quo, los que buscan cambios y alternativas.
Caminos hay muchos. Nadie tiene una receta mágica que logre el cambio social, mas sí se puede aprender de las experiencias de lucha de personas como Sandino, El Che, Zapata, Allende, Bolívar, Lennon, Jaramillo, Lumumba, que con éxitos y fracasos han dejado una estela de enseñanzas. Hay que acabar con el miedo y el cinismo, vencer la ignorancia, terminar con la cultura de la apariencia, entender que uno es su circunstancia, pero que uno puede transformar ésta y hacer que predomine el valor, el cambio, la solidaridad. Todo sistema tiene grietas por donde se puede empujar la transformación.
Tomemos como armas a la conciencia, al conocimiento y a la crítica, recordemos que la revolución es un trabajo teórico y práctico, critiquemos, propongamos y hagamos. No esperemos al caudillo que resuelva todo: nosotros seamos los propios constructores de nuestra historia. Detrás de los grandes personajes siempre está la fuerza de un pueblo. No debemos perder de vista que los grandes movimientos los hace gente invisible para el sistema: los indígenas, las mujeres, quienes luchas por la dignidad, por el territorio, y por la autodeterminación.
Teniendo en cuenta que los saberes son incompletos, habrá que luchar contra la ignorancia y contra el conocimiento que produce ignorancia ejerciendo la hermenéutica de la suspicacia.  Hay que entender que existen relaciones de poder entre conocimientos y que la pluralidad de conocimientos nos ayuda a ampliar las posibilidades de emancipación.  Hay que escuchar  a los invisibles, hacer una sociología de las ausencias, descolonizar las ciencias sociales.
Hay grandes problemas sociales: pobreza, marginación, guerras imperialistas, narcotráfico, etc. Esto debe de cambiar, estamos en tiempo de grandes urgencias como la ambiental y urge actuar ahora.  El cambio de civilizaciones no se da a corto plazo ni la desigualdad social se puede resolver en un universo capitalista, es necesario un cambio político de fondo, pero este cambio se debe ir construyendo, se deben ir poniendo los cimientos para esta transformación liberadora.
Observemos al otro, al oprimido, démosle voz, humanicémonos, busquemos ser libres y encontremos un camino que nos lleve a un mundo más justo, sin opresión e imposición.  Muchos ya dieron un primer grito de ¡Ya Basta!, y un “nunca más un México sin nosotros”. Muchos están luchando por nuevos derechos, por nuevos caminos, es momento de que también hagamos historia, que imaginemos y construyamos un mundo mejor y paremos la degradación del hombre hacia el medio ambiente, la destrucción y la barbarie imperialista, el hambre y la pobreza.  Hay mucho por luchar, grandes razones, grandes urgencias.
Nuestro país se desangra por la violencia, los jóvenes tienen pocas oportunidades para desarrollarse profesionalmente, hay desempleo, la educación se limita, es momento de actuar, tratar de parar la fragmentación existente y vincular esfuerzos. No esperemos que los poderosos dejen de serlo por sí solos, o que los tiranos se castiguen a sí mismos y que los explotadores dejen de serlo por buena voluntad, o que los políticos dejen de pensar en ellos nada más o en sus grupo sólo porque sí.  Como sociedad tenemos una responsabilidad de empujar estos cambios y exigir que la soberanía del Estado recaiga en el pueblo, que manden obedeciendo, hacernos oír y asumirnos como sujetos de derechos, que conocemos y hacemos valer estos.
Tenemos una responsabilidad social, la cual será reclamada por las generaciones futuras. Heredemos un espíritu de lucha y no de aletargamiento social.  Dejemos la enseñanza de que se pueden construir cambios, hacer historia. Reproduzcamos principios como el valor, la solidaridad, la fraternidad, la crítica y dejemos atrás los antivalores impuestos por los defensores del status quo y por los que han sido privilegiados gracias a la explotación y al saqueo. Como dijo Salvador Allende: “Abramos las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario