Maestro Roberto Josue Bermúdez Olivos
TRAYECTORIA ACADÉMICA, PROFESIONAL Y POLITICO-SOCIAL
UN POCO DE MI
ACADÉMICO EN LA UNAM: FCPYS, ENTS Y CCH SUR, ESCRITOR EN MAS DE 20 ANTOLOGIAS LITERARIAS, LICENCIADO EN SOCIOLOGÍA, MAESTRO EN DERECHOS HUMANOS, ACTIVISTA Y ANALISTA.
jueves, 21 de marzo de 2019
repensando la cuarta https://www.somoselmedio.com/2019/02/02/repensando-la-cuarta-transformacion/
Las críticas siempre pueden enriquecer y ayudar a replantear acciones. No se deben ver como un ataque si se hacen de forma constructiva, por el contrario, pueden evitar futuros escenarios conflictivos, la erosión social y el debilitamiento de un proyecto con tinte social como es la cuarta transformación. No creo que aplaudir todas y cada una de las acciones de forma acrítica del gobierno actual lo beneficie y mucho menos a la sociedad mexicana.
Para criticar y demandar, se debe partir de lo que es el actual gobierno y no exigir lo que nunca se ha planteado o querer ponerle características a un proceso que le son ajenas. Tenemos que tener claro que la cuarta transformación nunca planteo un modelo comunista ni siquiera socialista y menos acabar con el capitalismo. Ha planteado si, alejarse del modelo neoliberal y aplicar un capitalismo con perspectiva social que un mundo donde se impuso eliminar el Estado social y de bienestar es un gran avance. No es un grupo homogéneo de izquierda, sino que está conformado por liberales, personajes de centro e incluso hay alianza con sectores conservadores que podríamos denominar de derecha. Esto sin menoscabar que tiene una gran base social que lo respalda ya sea impulsando el voto o empujando la agenda social.
No creo se deba medir con la misma vara al actual gobierno progresista de AMLO, con los pasados gobiernos priistas y panistas, la cuarta tiene sin duda un enfoque más social por lo menos en cuanto al impulso de políticas sociales se refiere y con un mayor énfasis al combate a la corrupción. De igual forma hay cierta garantía de que no se impulsaran contrarreformas estructurales que dañen más la soberanía del país.
El echar atrás la Reforma Educativa es un acierto en cuanto a que no reformo nada ni toco de fondo el problema educativo. De igual forma mantener una política de austeridad en un país tan desigual es algo plausible.
Más creo es sano cuestionar algunas estrategias y políticas que se alejan de cualquier transformación progresista y por el contrario mantienen la misma línea de los anteriores gobiernos neoliberales panistas y priistas.
Los antiguos gobiernos abanderaban megaproyectos con el argumento de crear progreso, empleos, modernidad e inversiones. Los volvían parte una estrategia que promovían como centro de su legado siendo estos la marca de su gobierno. El ejemplo claro es el Aeropuerto de la Ciudad de México el cual confronto a la sociedad por sus repercusiones socio ambientales.
Deberíamos preguntarnos por que seguir ese camino, teniéndolo como bandera del actual sexenio: el llamado Tren Maya, que de igual forma confronta a los pueblos originarios, cuestionando el impacto medioambiental que pudiera tener y la falta de consulta a los pobladores afectados. Bien podría apostarse a otro tipo de políticas que incluyan a la población e impacten en ella y no tener como eje primario un megaproyecto.
Otro punto en el cual s ser críticos es la llamada guardia nacional. Es necesario, si, atacar el problema de la inseguridad que es un cáncer de la sociedad mexicana, apostando a la prevención, a paliar las causas socioeconómicas que provocan desigualdad lo cual es el caldo de cultivo de la delincuencia. Se debe apostar claro esta a un apoyo significativo a la educación que contraste con lo hecho por los otros gobiernos sin regatearles recursos a las universidades públicas pese a la necesaria transparencia y rendición de cuentas. Se debe en todo caso tener una policía profesional capacitada en valores de Derechos Humanos, bien capacitada y con los estímulos necesarios para combatir la corrupción interna, apostándolo a que esta vaya sustituyendo a los militares de forma progresiva en las tareas de seguridad. Los resultados de militarizar la seguridad han sido en agravio de los derechos humanos, sin resultados en la disminución de la misma y un costo altísimo de vidas humanas, además de exponer a los militares al cohecho y la corrupción. La guardia nacional podría ser necesaria, pero bajo las condiciones antes descritas sacando a los militares de las calles los cuales deben seguir apoyando solo en la defensa de la soberanía y en caso de desastres naturales. Tal como esta planteada por el gobierno de AMLO es legitimar y legalizar una estrategia fallida de militarización. De igual formal son más los desacuerdos que los acuerdos con las organizaciones de victimas que no sienten que exista una verdadera reparación del daño, reinserción y justicia.
El crear un enemigo común se ha usado para legitimar gobiernos como el de Bush con su guerra contra el terrorismo y el de Calderón con su guerra contra el narco que provoco una escalada de militarización, muertes y violaciones a los Derechos Humanos en ambos casos. El crear una guerra contra el robo de combustibles es seguir una estrategia similar. Además de que no queda claro si se perseguirá y encerrara a los ladrones de cuello blanco que están inmiscuidos en el robo de combustible.
En las transiciones de gobiernos autoritarios a democráticos las políticas de punto final que dejaban en la impunidad los crímenes de militares, dictadores y no reparaban el daño a las victimas son sumamente cuestionables por las organizaciones de Derechos Humanos, las victimas y los luchadores sociales, en la cuarta transformación se ha planteado algo similar, borrón y cuenta nueva a los crímenes del pasado, a la corrupción que se dio antes del nuevo sexenio, lo cual genera impunidad y que las heridas no cierren.
Algo plausible es el respeto que se esta mostrando a las soberanías de los pueblos como en el caso de Venezuela, pese a las presiones políticas nacionales e internacionales de las derechas.
Es un buen momento para analizar el camino tomado y si es necesario corregir y replantear políticas si no queremos que un proceso social como la cuarta fracase ya que las consecuencias pueden ser que el país gire a la ultra derecha como paso en Brasil y Argentina.
sábado, 2 de junio de 2018
lunes, 27 de noviembre de 2017
viernes, 9 de junio de 2017
domingo, 11 de septiembre de 2016
lunes, 23 de mayo de 2016
Artículo Somos el Medio: Luchar más allá de las instituciones.
http://www.somoselmedio.org/2012/08/04/luchar-mas-alla-de-las-instituciones
Luchar más allá de las instituciones
Agosto 4th, 2012
|
Por Roberto Josué Bermúdez Olivos.
A los estudiantes de la Maestría de Derechos
Humanos UACM.
Una buena parte de las instituciones en nuestro país están cooptadas por
intereses de grupo, de un sector minoritario y poderoso que las vicia y las
corrompe. Sector que interpreta reglamentos y leyes para favorecer a una clase
política como es el caso de instituciones electorales, buscando favorecer a
grupos de poder afines a una élite o con fuertes recursos económicos,
como se da en las instituciones que procuran justicia.
Es normal que en nuestro país las cárceles
estén llenas de presos que no tuvieron recursos para pagar una buena defensa,
casos mediáticos o personas encerradas por razones políticas. Cuando un
poderoso llega a la prisión es porque cayó de la gracia del poder u otro grupo
antagónico, mejor posicionado en el ejercicio de poder, lo toma como ejemplo;
es una especie de ajuste de cuentas al estilo mafioso.
Los luchadores sociales son constantemente
víctimas de las instituciones de justicia, las cuales los criminalizan y
condenan de forma ejemplar para disuadir a otros disidentes. Los casos de
campesinos en la montaña de Guerrero son el pan nuestro de cada día. En esta
región, a quienes se rebelan se les encierra o somete a procesos injustos o son
victimados por grupos protegidos por el Estado.
El IFE y el TRIFE, en el ámbito electoral,
son instituciones que se posicionan a favor de ciertos grupos de poder, dejando
poco espacio a las oposiciones más progresistas, burocratizando los procesos,
no investigando a fondo, ni siendo diligentes. Parcializan su actuar y se
confrontan con la izquierda, descalificándola de inicio, aun sin analizar
detenidamente sus demandas, cuestión que no debiera hacer un árbitro
electoral parcial. Su poca apertura se basa en trabas legales para que se
institucionalice la corrupción, la cooptación y la inequidad en los procesos
electorales.
De igual forma vemos cómo las instituciones
educativas se rigen por grupos de poder, los cuales modifican programas de
estudio según su visión y su formación y no en base a un debate académico
incluyente. Abren materias según criterios de mercado y no en base a un
análisis de la demanda educativa que requiere nuestra sociedad.
Vemos también que las instituciones culturales
son manejadas por grupos que no permiten el acceso a cualquier artista o
creador y sí a ciertas élites o con criterios de marketing.
Con los medios de comunicación es igual, se
impone una línea que defiende los intereses de la empresa y a la posición
política que los favorezca, dando espacios limitados a voces disidentes para
justificar parcialidad, la cual es acotada a un mínimo de apertura a posiciones
críticas, en el mejor de los casos.
Pudiéramos recorrer todas las instituciones y
encontraríamos situaciones similares. Es importante seguir dando la lucha
dentro de estas instituciones para democratizarlas y hacerlas incluyentes a
todos los sectores sociales y la diversidad de pensamiento, sabiendo -de
entrada- que estamos jugando dentro de las reglas del juego amañadas y sitiadas
por grupos de poder, mas no hay que dejarles el camino libre y se tienen que
seguir señalando las fallas y exigir la limpieza de éstas, pero no quedarse
sólo ahí y dejar que la lucha sea desgastada por este proceso.
Se deben crear nuevos escenarios con reglas
éticas y justas; medios de comunicación autónomos, como es el ejemplo de Somos
el Medio que da apertura a gente honesta y profesional, da la voz a quien
no la tiene. Seguir creando espacios culturales incluyentes, como las
editoriales autónomas que dan apertura a nuevos talentos literarios dejando de
lado elitismos o visiones de mercado. Impulsar la creación de más radios
independientes y canales que se trasmitan por medio alternativos.
El #YoSoy132 puso un ejemplo claro al organizar
un debate alternativo al del IFE donde los candidatos respondieron directamente
a la ciudadanía bajo un formato independiente, profesional y fresco, dando un
ejemplo a las instituciones electorales de cómo estos ejercicios pueden y deben
responder a la sociedad y no a grupos de poder.
Las asambleas son una forma alterna para
desarrollar una democracia directa y participativa, las cuales se deben alejar
de viejos vicios como la intolerancia y el desgaste, privilegiando siempre el
consenso entre las diversas posiciones. Se debe seguir empujando la
comunicación alternativa en las redes sociales buscando que lo distribuido por
éstas tenga mayor seriedad y bases. Apoyar ejercicios de vigilancia ciudadana
como lo hizo el #132 que recabó pruebas de las múltiples anomalías durante la
elección dando una lección de eficacia a la FEPADE, la cual se vio inerte ante
el cúmulo de denuncias durante la jornada.
El deber de las fuerzas progresistas es empujar
la democracia directa, participativa y deliberativa en todos los espacios de
lucha.
También se deben fortalecer las formas comunitarias
de impartir justicia y seguridad como lo hacen las policías comunitarias en
Guerrero o las juntas de buen gobierno en Chiapas.
Estas formas de organización autogestivas deben
extenderse y ampliarse a todos los sectores de la sociedad, sin dejar de luchar
por democratizar y transparentar las instituciones oficiales para que éstas
sirvan y rindan cuentas a su razón de ser: la ciudadanía y no una élite
empoderada.
jueves, 19 de mayo de 2016
Somos el Medio Articulo de Opinión.
¿Por qué luchar?
http://www.somoselmedio.org/2012/03/31/por-que-luchar
Marzo 31st, 2012 |
Por Roberto Josué Bermúdez Olivos
El desánimo, el individualismo, la indiferencia y
el miedo nos lleva a preguntarnos: ¿Por qué luchar? ¿Por qué buscar
cambiar las cosas? Al fin y al cabo no podemos cambiar nada. Entonces, ¿para
qué actuamos? Esto es algo completamente falso y hay claros ejemplos históricos
que lo demuestran. Todo es cambiante, nada es eterno.
La sociedad siempre está en constante cambio, nos
enseñan en la escuela. Pero estos cambios no se desarrollan solos, los hacen
los pueblos, los individuos comprometidos. Los derechos de los afroamericanos
estadunidenses no hubieran avanzado y no se entenderían si no fuera por la
lucha del movimiento de Martin Luther King, Malcom X y los Panteras Negras. En
algún momento los linchamientos, la segregación, la puerta cerrada a
considerarlos ciudadanos era la regla. Hoy, las cosas son diferentes. Queda
mucho por avanzar; es cierto, hay pobreza y violencia que se manifiesta en
Estados Unidos y en buena parte es hacia este sector, por lo que hay que seguir
luchando y continuar el cambio.
¿Se entendería la India descolonizada sin la
lucha de Gandhi? ¿O el fin del apartheid sin la lucha de Mandela y sus
respectivos pueblos? Hay problemas que resolver todavía en la India y en
Sudáfrica, por lo que a nuevas generaciones les toca seguir sus ejemplos y
corresponder a los que se sacrificaron para que tuvieran una realidad
mejor. Ambos murieron por sus causas, mas hay gente que, aun muerta, está
más viva que muchos que respiran y no viven.
En los tiempos recientes, por ejemplo en Egipto,
seguirían con un dictador si no fuera por la valiente movilización de la gente
que salió a las calles. En Bolivia no hubiera una nueva constitución que
defiende los derechos de los indígenas, ni habría un presidente indígena, si no
fuera por los movimientos que empujaron esto y que siguen empujando los cambios
pendientes en ambos casos. Si no fuera por El Caracazo, por la movilización de
los Sin Tierra, de Los Forajidos en Ecuador, del “que se vayan todos en
Argentina”, no hablaríamos de la oleada de gobiernos progresistas en América
Latina, ni de las nuevas constituciones sociales de Ecuador y Venezuela.
En México no existiría la incipiente libertad de
expresión ni de manifestación si no fuera por el Movimiento del 68; no se
hablaría de la autonomía indígena y sus derechos, como se habla hoy, si no
fuera por el Movimiento Zapatista que nació en el 94. La UNAM seguramente sería
privada si no fuera por las movilizaciones del 86 y del 99. El pueblo de Atenco
no tendría tierras, y les hubieran impuesto un aeropuerto, si no fuera por la
organización y la movilización de su pueblo.
Podemos ver pasar la historia como un río o
ignorarla y así acabar nuestros días: sólo viéndola pasar. O montarnos en ella,
hacer historia, como los que crean y empujan los cambios. Podemos hacer los
cambios para nosotros o podemos hacerlos para los demás. Este sistema crea
seres individualizados, competitivos, consumistas y conformistas; ser así es lo
común, lo “normal”, los que destacan son los que van a contracorriente, los que
ven por los otros, los que crean, lo que desafían el status quo, los
que buscan cambios y alternativas.
Caminos hay muchos. Nadie tiene una receta mágica
que logre el cambio social, mas sí se puede aprender de las experiencias de
lucha de personas como Sandino, El Che, Zapata, Allende, Bolívar, Lennon,
Jaramillo, Lumumba, que con éxitos y fracasos han dejado una estela de
enseñanzas. Hay que acabar con el miedo y el cinismo, vencer la ignorancia,
terminar con la cultura de la apariencia, entender que uno es su circunstancia,
pero que uno puede transformar ésta y hacer que predomine el valor, el cambio,
la solidaridad. Todo sistema tiene grietas por donde se puede empujar la
transformación.
Tomemos como armas a la conciencia, al
conocimiento y a la crítica, recordemos que la revolución es un trabajo teórico
y práctico, critiquemos, propongamos y hagamos. No esperemos al caudillo que
resuelva todo: nosotros seamos los propios constructores de nuestra historia.
Detrás de los grandes personajes siempre está la fuerza de un pueblo. No
debemos perder de vista que los grandes movimientos los hace gente invisible
para el sistema: los indígenas, las mujeres, quienes luchas por la dignidad,
por el territorio, y por la autodeterminación.
Teniendo en cuenta que los saberes son
incompletos, habrá que luchar contra la ignorancia y contra el conocimiento que
produce ignorancia ejerciendo la hermenéutica de la suspicacia. Hay que
entender que existen relaciones de poder entre conocimientos y que la
pluralidad de conocimientos nos ayuda a ampliar las posibilidades de
emancipación. Hay que escuchar a los invisibles, hacer una
sociología de las ausencias, descolonizar las ciencias sociales.
Hay grandes problemas sociales: pobreza,
marginación, guerras imperialistas, narcotráfico, etc. Esto debe de cambiar,
estamos en tiempo de grandes urgencias como la ambiental y urge actuar
ahora. El cambio de civilizaciones no se da a corto plazo ni la
desigualdad social se puede resolver en un universo capitalista, es necesario
un cambio político de fondo, pero este cambio se debe ir construyendo, se deben
ir poniendo los cimientos para esta transformación liberadora.
Observemos al otro, al oprimido, démosle voz,
humanicémonos, busquemos ser libres y encontremos un camino que nos lleve a un
mundo más justo, sin opresión e imposición. Muchos ya dieron un primer
grito de ¡Ya Basta!, y un “nunca más un México sin nosotros”. Muchos están
luchando por nuevos derechos, por nuevos caminos, es momento de que también
hagamos historia, que imaginemos y construyamos un mundo mejor y paremos la
degradación del hombre hacia el medio ambiente, la destrucción y la barbarie
imperialista, el hambre y la pobreza. Hay mucho por luchar, grandes
razones, grandes urgencias.
Nuestro país se desangra por la violencia, los
jóvenes tienen pocas oportunidades para desarrollarse profesionalmente, hay
desempleo, la educación se limita, es momento de actuar, tratar de parar la
fragmentación existente y vincular esfuerzos. No esperemos que los poderosos
dejen de serlo por sí solos, o que los tiranos se castiguen a sí mismos y que
los explotadores dejen de serlo por buena voluntad, o que los políticos dejen
de pensar en ellos nada más o en sus grupo sólo porque sí. Como sociedad
tenemos una responsabilidad de empujar estos cambios y exigir que la soberanía
del Estado recaiga en el pueblo, que manden obedeciendo, hacernos oír y
asumirnos como sujetos de derechos, que conocemos y hacemos valer estos.
Tenemos una responsabilidad social, la cual será
reclamada por las generaciones futuras. Heredemos un espíritu de lucha y no de
aletargamiento social. Dejemos la enseñanza de que se pueden construir
cambios, hacer historia. Reproduzcamos principios como el valor, la
solidaridad, la fraternidad, la crítica y dejemos atrás los antivalores impuestos
por los defensores del status quo y por los que han sido privilegiados
gracias a la explotación y al saqueo. Como dijo Salvador Allende: “Abramos las
grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad
mejor”.
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